El 24 de marzo me encuentra observando por la ventana de un tren lejano que poco se parece a los que tantas veces tomé desde Flores o San Martin. Me encuentra escuchando en la radio una realidad que ya no parece ser mia pero que siento tan mia como siempre. Antes de tomar el tren caminaba con dos amigos que al igual que yo (en otro momento o en el mismo) decidieron cruzar y quedar de este lado de la ventana para ver nuestro pasado, nuestros sentimientos, nuestra manera, nuestra cultura, nuestros cimientos desde lejos… cuestionados por otras maneras de hacer las mismas cosas, comprendiendo que tal vez no todo era cómo creíamos y mucho menos como decíamos… todos nuestros cimientos temblando y resistiendo para mantenerse en pie ante la atenta mirada del que soy hoy… la ventana ya está oscura, ya no hay mucho que mirar ni mucho más que decir que las palabras que nosotros hoy gritamos con más fuerza porque tememos que pueda suceder nuevamente: -¡Nunca más!…
