Salgo caminando de mi departamento enclavado en el corazón geográfico de Buenos Aires. Donde llore, reí, me enamoré y agarré un bajo por primera vez, volví a llorar a reír, enamorarme y tocar el bajo hasta que los dedos se me llenen de callos. La primavera se nos presenta con una lluvia molesta y abundante de esas que mojan y salpican en la cara empañando los lentes y dejándome sin ver «LA FINAL» del siglo entre Boca y River mientras, a modo de trastienda, el ejército de Estados Unidos se quiere instalar en Uruguay para defender a los líderes más importantes del mundo que se reúnen en nuestra ciudad a la que la ministra de seguridad aconseja abandonar y el presidente comenta que su hija le sugiere privatizar la aerolínea nacional que garantiza la comunicación entre destinos que no son redituables pero importantes para aquella gente que viviría aislada de no ser por la presencia del Estado. Click para seguir leyendo. Continúa leyendo Pensando a Buenos Aires